¿La inclusión educativa exitosa… es aquella en donde el Autismo no se ve?

Hace un par de meses mi socia y yo platicábamos con un colega del ramo: sobre inclusión educativa de chicos con autismo. En medio de la plática, el mencionó una frase que se me quedó profundamente grabada y sobre la que se desarrolla este texto.

La plática fluía con normalidad, hasta que para explicamos el gran logro que había tenido con uno de sus chicos con Autismo mencionó: “Fue una inclusión muy exitosa, ya que al entrar al salón, no podías notar quién era el alumno con Autismo”. Dijo la frase con orgullo, ya que desde su punto de vista, el “buen” comportamiento del chico reflejaba que ya no se notara su condición y que se “camuflajeara” entre los demás chicos, si entrabas al salón y no identificabas la diferencia, entonces, podríamos ponernos una estrellita a una inclusión educativa exitosa.

Desde mi punto de vista, a pesar de que tengamos un manual de inclusión educativa con procesos claros y estrategias bien fundamentadas, si nuestra filosofía desde donde se mira la inclusión educativa no acepta las diferencias, seguiremos acarreando los mismos problemas de exclusión y discriminación.

El mejor ejemplo de cómo se puede ver desde varias perspectivas a la inclusión educativa, es el de un recreo en una primaria regular, generalmente, la pregunta que nos hacen las maestras es ¿Qué hago si el chico con Autismo quiere jugar sólo e ignora a los demás? o ¿Qqué hago si en el recreo se la pasa aleteando o dando vueltas en círculos?.

La posible respuesta que le demos a la maestra puede partir desde dos filosofías distintas, la primera puede ser: brindar estrategias para que disminuyan los aleteos con actividades de integración sensorial o estrategias conductuales, es decir, tratar de eliminar la conducta.

Como resultado, tenemos a un chico que puede pasar “desapercibido” y que juega a las correteadas igual que los demás. La segunda es hacerle ver a la maestra que todos tenemos formas distintas de jugar y que una no es mejor que la otra, que la persona con Autismo puede o no tener interés en relacionarse con los demás, habrá momentos en donde prefiera dar vueltas en círculos y así de pasar el rato en su recreo, mencionarle que es importante que los demás chicos también lo entiendan de esa manera y que pueden hacer una invitación al juego, pero no es su obligación hacerlo.

Así como resultado, tenemos un espacio que permite al otro ser diferente, respetar que el otro tenga un proceso de pensamiento distinto al nuestro y, así podemos llegar a entender al mundo como un lugar diverso, en donde se ve la diferencia como algo natural que no se quiere ocultar ni esconder. Bajo mi perspectiva ésta respuesta contribuye a que la maestra construya su propio manual a partir de los derechos más fundamentales.

Bajo nuestra forma de ver la inclusión, las estrategias que brindas como “especialista” en Autismo, tienen que ir encaminadas a mejorar procesos de inclusión que beneficien a todos dentro del Aula, y no sólo a la persona con Autismo. Me gustaría creer que el éxito en la inclusión educativa no es que un niño con autismo en la escuela pase desapercibido, sino que, sea parte de la comunidad con todas sus diferencias. Cómo menciona Rawls 1971 y Sen 1998 la discusión sobre la igualdad y la equidad, lleva a mostrar la necesidad de atender la diversidad propia del ser humano […] la equidad parte del reconocimiento de las desigualdades intrínsecas de los sujetos, en diversas dimensiones de la vida social.

La inclusión educativa de calidad constituye un reto para los centros educativos, sin embargo, con un cambio de perspectiva respecto a la diferencia entre personas, tendremos más de la mitad del camino ganado.

https://www.creatumundo.com.mx/servicios/inclusion-educativa/

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